"La palabra justa"

domingo, 10 de marzo de 2013

¿Inmigrante o emigrante?



              La inquisición, los holocaustos, las diferencias entre gente blanca y de color... Todo esto nos suena muy lejano en el tiempo, pero no hay que retroceder mucho, concretamente al siglo XX, para contemplar que, hasta hace poco, se seguían despreciando a los extranjeros por el simple hecho de no ser del país.


           Es ese sentimiento el que se ha implantado en nuestras mentes para menospreciar a ese honrado inmigrante cuyo único propósito es salir adelante en un territorio más desarrollado que el suyo, para ayudar a su familia a la que ha tenido que abandonar en su país. Es un sentimiento que nos hace ver al extranjero como una persona que se intenta aprovechar de nuestro dinero, cuando en realidad es todo lo contrario, un currante con un trabajo indigno del que, además, le pagan una miseria por ser de donde es, y con la excusa de no tener papeles. A mí, sin embargo, me gustaría que todas esas personas que se quejan de ellos se pusieran en su piel, es decir, tuvieran que emigrar a otro país para poder tener un buen trabajo y que te acaben tratando con desprecio por intentar ganarte la vida. Es una situación que, siguiendo por esta línea, no es tan descabellada para muchos españoles hoy en día. 


            
            Los Derechos Humanos se redactaron por una razón, conseguir una sociedad mundial en la que todo el mundo fuera igual, sin importar tu raza o tu lugar de procedencia, simplemente por ser un ser humano te merecías el respeto de los demás. Esa es la mentalidad que hay que inculcar a nuestros hijos, para conseguir un futuro más prometedor donde la barrera no esté en la piel de cada uno.

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