"La palabra justa"

miércoles, 2 de octubre de 2013

Dios las cría y ellos las frustran


          Muchos años atrás las diferencias entre sexos eran tan abrumadoras y tajantes que la gente de esa época lo veía como una circunstancia normal, la mujer era notablemente inferior al hombre. Obviamente, con el paso del tiempo, este suceso se ha ido modernizando para que hombres y mujeres tengan los mismos derechos y deberes, hasta llegar a tal punto de poder hablar de igualdad, tras grandes luchas contra la discriminación y la sinrazón que antes se daba por supuesto. Aún así, hoy en día los estereotipos sexistas todavía colean, condicionando nuestras vidas y las de nuestros hijos.

                                                                                                                                  Parece una locura pensar que en pleno siglo XXI estemos hablando de esto, ya que, en los colegios, bajo la tutela de la coeducación, se supone una justa valoración del potencial académico tanto en niños como en niñas. Sin embargo, actualmente hasta los centros más progresistas son azotados por los fantasmas del machismo. Se ha comprobado que las mujeres no reciben el mismo reconocimiento por sus logros que los hombres, ya sea dentro del mundo laboral, o incluso en relación a su nivel académico, derivando en bajas expectativas hacia un futuro poco prometedor. Son estas las bases de una sociedad cimentada sobre los Derechos Humanos, pero con pilares tan anticuados como este, que hacen que la estructura entera se tambalee, y que se cuestione nuestra afición a conservar las costumbres y tradiciones.


            ¿Debemos permitir que el mundo funcione como una selva, donde leones y leonas cazan por igual, llevándose el macho el mejor trozo? ¿O que el trabajo de heroínas como Curie, Thatcher y Beauvoir quede reducido a nada? Tampoco buscamos ese feminismo exaltado (maquillado como igualdad) que recorre la mentalidad de las muchachas al grito de: "Los niños crecen, las niñas maduran". Ambos son el futuro, un futuro que será responsabilidad suya después de nuestra, pues no se nace hombre o mujer, sino que se llega a serlo.

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